diciembre 11, 2019
Discurso del 10 de diciembre de 2019

 

Hola. ¿Cómo están? No los escucho bien. ¿Cómo están? Yo también, ahora estoy bien.
Gracias. Muchas gracias, muchas gracias. Gracias, gracias a todos y a todas. Déjenme contarles un poco lo que me pasó esta mañana. Esta mañana, esta mañana cuando me desperté me di cuenta que hacía exactamente 4 años atrás me había despertado en el mismo lugar, en la casa de mi hija Florencia, en el barrio de Monserrat ¿Se acuerdan, no?. ¿Se acuerdan aquella noche maravillosa del 9 de diciembre del 2015 cuando nos despedimos en esta plaza? Aquella noche les dije que aquellos años que habíamos compartido desde el 2003 al 2015 no había habido magia, que no era magia lo que habíamos vivido era una Argentina de la solidaridad donde nos importaba lo que le pasaba al de al lado aunque nosotros estuviéramos bien.

Quiero decirle que estos 4 años sé que han sido muy duros para tantos y tantas. Trabajo, salario, pobreza, el hambre que tanto desvela hoy a quien es nuestro Presidente y que debería desvelar a todos los argentinos y a todas las argentinas bien nacidas. Fueron cuatro años muy duros, fueron también duros para quienes fueron objeto de persecución de quienes se nos buscó que, literalmente, desapareciéramos como seres humanos casi. A través de la humillación y de la persecución.

Sin embargo, pese a todo eso, hoy estamos aquí. Y quiero decirles que estamos aquí y que estamos aquí porque no fue tampoco magia. Estamos aquí hoy porque hemos unido las voluntades, no solamente la voluntad individual de un dirigente o de una dirigente, la voluntad de millones que creen que es posible vivir en un país diferente, en un país mejor. Y esa voluntad fue ayudada por la memoria que no es más ni menos que el saber de dónde venimos. Nadie, ningún pueblo, ninguna sociedad que no tenga memoria, que no sepa lo que ha pasado, que no sabe de dónde viene, difícilmente pueda llegar a algún lugar. Y nosotros le hemos puesto a esa voluntad política de cambio, la memoria del pueblo y de la historia. Pero también la hemos moldeado con la humildad que debemos tener todos y cada uno de nosotros para saber que lo colectivo es más importante que lo individual, que los dirigentes deben entender de una buena vez por todas con generosidad y con humildad, que es necesario que cada uno de nosotros entendamos que no todo empieza y termina en uno. Al contrario: uno es más grande cuando es parte de un todo, sino solamente somos individualidades sueltas.

Voluntad, humildad, sinceridad. Ustedes saben: yo no soy hipócrita, no lo voy a ser nunca. Puede equivocarme, puedo cometer errores pero, ustedes saben que digo lo que pienso y hago lo que siento, nunca otra cosa diferente.

Voluntad, mucha voluntad. Mucha memoria y mucha humildad pero, además también coraje. Porque para llevar las cosas adelante hay que tener coraje. ¿Qué es el coraje? La soberbia, no. El coraje no se prueba en el poder, el coraje se prueba en la adversidad y en el llano, ahí se demuestra los que tenemos coraje. Y es necesario siempre el coraje, la lealtad, ese valor que algunos no entienden y piensan que lealtad es seguidismo a un líder político. Lealtad, la lealtad entre la política y el pueblo es a dos puntas. Los pueblos no son zonzos ni tontos, conciben a la lealtad con aquellos dirigentes que sienten que los defienden y los representan. Lealtad y finalmente amor porque, en definitiva, esa voluntad, esa memoria, esa humildad, ese coraje tienen que tener un objetivo que es el amor. Algo que siempre nos ha movido por lo menos a nosotros en esta plaza. Mucho amor, mucho amor, amor al pueblo, amor a la patria, amor a los que sufren, amor a los jóvenes a quienes quiero abrazar esta tarde. Esos jóvenes que nunca dejaron de acompañarme. Siempre me sentí tan acompañada por ustedes, quiero que lo sepan.

Quiero darles las gracias también.

Presidente: quiero decirle que usted ha iniciado su gobierno con muy buenos augurios Presidente. Ha decidido que esta plaza, a la que habían enrejado, como un símbolo de división entre el pueblo y el gobierno… Usted ordenó que se retiraran las rejas. Pero además, es muy augurio el mensaje que usted ha dado ante la asamblea legislativa a su pueblo. Presidente: confíe siempre en su pueblo, ellos no traicionan, son los más leales, sólo piden que los defiendan y que los representen. No se preocupe Presidente por las tapas de un diario. Preocúpese por llegar al corazón de los argentinos y ellos siempre van a estar con usted. Nunca lo olvide, nunca lo olvide.

Usted, usted, Presidente tiene por delante una tarea muy dura. Le han dejado un país devastado, tierra arrasada como hemos visto el otro día ese fantástico documental. Pero sé que usted tiene la fuerza y la convicción para cambiar esta realidad tan fea que hoy están viviendo los argentinos. Tenga fe, tenga fe en el pueblo, tenga fe en la historia. La historia la terminan escribiendo más temprano o más tarde los pueblos. Y sepa, y sepa que este pueblo maravilloso que nunca abandona a los que se juegan por él, convóquelo cada vez que se sienta solo o sienta que los necesitan. Ellos siempre van a estar acá cuando los llamen por causas justas. Por eso, quiero decirles a todos y a todas… Quiero decirle, finalmente, en nombre de todos aquellos, en nombre de todos aquellos que hoy no están, porque partieron o porque tal vez están fuera de la Argentina, que cuenten con el apoyo, el amor y la esperanza de todos nosotros que hemos depositado en usted. Muchas gracias, Presidente. Muchas gracias Argentina.

 

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