noviembre 15, 2018
Intervención en la sesión en que debatimos el proyecto de Presupuesto 2019

 

Creo que varios senadores y, tal vez, algunas legisladoras que tenemos cierta antigüedad en estas lides y que hemos pasado por distintos gobiernos, en distintos presupuestos, diferentes debates, debemos confluir en algo y coincidir en algo. En realidad, no estamos discutiendo hoy una ley de presupuesto; una ley de presupuesto en el sentido de lo que es el presupuesto, de lo que fue pensado. La propuesta del gobierno utiliza determinados instrumentos de la macroeconomía, políticas públicas, para orientar el gasto y la inversión del Estado y así tener un modelo de desarrollo, un modelo de gestión del Estado. No estamos ante esto. En realidad, estamos ante planillas que fueron diseñadas para cumplir el déficit cero que, en realidad, bajo el título de déficit cero –que ya lo tratamos una vez en 2001, inclusive, como ley durante el gobierno de la primera Alianza–, bajo la ley de déficit cero, se esconde un diseño, un dibujo si se quiere –como han dicho en forma reiterada, senadores y senadoras–, destinado al pago de la deuda y, fundamentalmente, bajo la égida, la planificación del Fondo Monetario Internacional. De modo que, en realidad, no estamos tratando la ley de presupuesto, sino una ley de déficit cero. Ahora bien, además de la ley de déficit cero que se trató acá en 2001 y que no tuvo ningún resultado, en realidad, debe haber habido siete u ocho experiencias de déficit cero en el mundo y ninguna dio resultado. La mayoría de ellas también bajo la planificación o la dirección del Fondo Monetario Internacional.

Mire, señor presidente, Portugal intentó en 1999 la ley déficit cero; la Argentina, en 2000; Paquistan en el 2005; Ucrania, en 2008; Bielorrusia, en 2009; Grecia, en 2010; Italia, en 2012… En ninguno de estos países dio resultado. Algunos números: Portugal, en 1999, ley de déficit cero. Tenían que llegar al déficit cero en el 2004. Fracasó. En 2004 el déficit fiscal de Portugal era del 3,8. ¿Saben cuánto era al momento de decidir el déficit cero? Era apenas de 0,4. O sea que al cabo de cinco años de haber comenzado con un déficit del 0,4 y haberse embarcado en la política del déficit cero terminó con un déficit del 3,8. En 1999, el desempleo era del 4,3 y terminó 2004 en el 6,6. Y como el PIB cayó producto de la recesión, porque cayó la recaudación, la deuda pública pasó del 51 del PIB al 62 por ciento. Bien. Para concluir, como síntesis, las tres D: déficit, deuda y desempleo en el 2004. Hoy, Portugal, a partir de la asunción de un gobierno que llegó en 2015, –el Partido Socialista, que había salido en segundo término en las elecciones pero hizo una inédita coalición con el Partido Comunista y con la izquierda– ha logrado que la economía crezca. ¿La fórmula? Simple: decidieron incentivar el consumo a través del aumento de las jubilaciones y los salarios, entre otras medidas y políticas públicas. Pakistán intentó en 2006 y se puso como objetivo llegar al déficit cero en 2008. El caso de Pakistán es notable, porque tenía superávit primario del 1,6 y llegó a 2008 con un déficit del 2,9. Allí también tuvo que intervenir el Fondo Monetario Internacional. Ucrania: en 2008 anunció déficit cero para 2009. Fracasó; pasó del 3 al 6. Grecia, tal vez, el caso más paradigmático y más conocido. No se conoce ningún caso exitoso; ninguna experiencia exitosa en materia de aplicar el famoso déficit cero. Y, tal cual lo dije el 27 de diciembre del año pasado, cuando se trató el presupuesto, yo creo que hay un mal diagnóstico del gobierno en cuanto a concebir al déficit fiscal como el gran problema de la Argentina. En aquella oportunidad dije que el gran problema estructural de la economía argentina era la restricción externa, la escasez de dólares para sostener en forma equilibrada y permanente la actividad, el desarrollo y el crecimiento de la economía. Este es el gran problema que tiene la Argentina, además de una economía bimonetaria. Sumado, además, a una falta de proyecto, modelo e inserción internacional en un mundo que va ya por la cuarta revolución industrial. No tenemos un modelo de inserción. No lo tiene, por lo menos, el gobierno. Porque yo escuchaba hoy atentamente, cuando venía para aquí, al miembro informante, titular de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, que ponía como modelo a imitar lo que fue la Argentina del centenario. Decía que hace cien años éramos el primer país del mundo. Pero éramos el primer país del mundo en una economía absolutamente primarizada, agroexportadora y sin valor agregado. Y quiero recordarles a todos que se celebró el primer centenario de la Argentina bajo el estado de sitio por el grado de represión y de rebeldía creciente ante la miseria y la pobreza generalizada. No estoy sublimando el déficit fiscal. No estoy diciendo que “viva el déficit fiscal”. Estoy diciendo que el déficit fiscal puede ser un instrumento contracíclico en etapas de recesión. De hecho, en pocos días más se va a celebrar aquí una reunión del G-20. ¿Y sabe cuáles son los resultados fiscales de los países y de las economías más grandes del G-20? Es un informe del Banco Mundial de 2017. Resultado fiscal como porcentaje del PBI de Brasil, 7.80 de déficit; China, 4 puntos de déficit; India, 6.50; Arabia Saudita, también miembro del G20, 7.30; Australia, que siempre nos es presentada como un modelo a imitar y a seguir, 2.20 de déficit; Estados Unidos, 4.60. Todos sabemos que el déficit más voluminoso, tanto fiscal como comercial, es de Estados Unidos, la primera economía del mundo. Quiere decir, entonces, que si la primera economía del mundo es la que tiene el mayor déficit comercial y fiscal, el déficit es un instrumento y no el problema más importante de la economía.

Mire, de los países participantes del G-20, solamente dos son superavitarios, tienen un resultado positivo en materia fiscal: Corea del Sur y Alemania. Alemania, 1.10 y Corea del Sur, 1,90. Recuerden bien esto, porque tiene que ver también con otro tema que se escucha recurrentemente; lo escucho en todos los discursos. Además, una cosa que nos enseñan de chicos en el colegio es que la Argentina es un país muy rico en recursos naturales. Pero si uno ve el último informe del Banco Mundial, por ejemplo, The Changing Wealth of Nations, –La Riqueza Cambiante de las Naciones– de 2018, al analizar la dotación de recursos naturales per cápita, la Argentina resulta que es uno de los más bajos, 16.185 dólares per cápita de recursos naturales, contra un Perú que tiene casi 25.000 dólares, contra un Chile que tiene 45.000 dólares, contra un Brasil que tiene casi 37.000 dólares, contra un Canadá que tiene 52.000 dólares; y quiero detenerme en un caso, Australia. No debe ser la primera vez que se escucha que nosotros tendríamos que ser muy parecidos a Australia en el desarrollo. ¿Sabe cuánto tiene Australia de dotación de recursos naturales per cápita? Tiene 180.000 dólares. Pero Australia, por su ubicación geoestratégica, por ser parte de la comunidad británica, y, además, por ser un gran proveedor, primero de Japón, y ahora, junto a Nueva Zelanda, también de la economía china, tiene una economía diferente a la nuestra. Pero me parece que hay una gran fantasía en creer que, a través de recursos naturales, vamos a salir. Mire, la Argentina no forma parte de una alta dotación con recursos naturales. Para lo cual, una estrategia de concentrarnos en estos recursos no sólo es social y políticamente insustentable sino que, además, es poco inteligente económicamente. ¿Qué quiero decir con esto, señor presidente? Que un presupuesto, en definitiva, un gobierno tiene que definir cuáles van a ser los instrumentos macroeconómicos con los cuales va a impulsar el desarrollo de la sociedad. Nosotros siempre sostuvimos y ejecutamos a la demanda –no el único porque la inversión es importante, pero no hay inversión si no hay demanda– como el gran dispositivo para el desarrollo y crecimiento económico. Por eso, nuestros presupuestos eran expansivos. Alguna vez fuimos criticados, porque se decía, por ejemplo, que teníamos una vocación por los sectores humildes; y alguien destacaba que había 17 millones de argentinos que recibían un cheque del Estado… En fin, etcétera, etcétera. Y hoy hay una gran discusión acerca de cómo definir a la oposición, o al principal partido de la oposición, en este caso, el peronismo y entonces hay discusiones acerca de qué es el peronismo, si de izquierda, de derecha, del centro, de arriba, de abajo. A mí siempre me han criticado algunos compañeros y compañeras por no mencionarlo demasiado al general Perón en los discursos, pero yo tengo una teoría al respecto de los dirigentes peronistas que lo mencionan demasiado a Perón. A mí, cuando los dirigentes peronistas tienen responsabilidades de gobierno más que hablar de Perón me gusta que hagan las cosas que hacía Perón. Me fijo más en esas cosas que en la repetición de las cosas. Hoy escuchaba a la senadora por el Chaco sobre el modelo argentino para el proyecto nacional, sobre esta cuestión que estamos discutiendo del presupuesto, de la inflación. Porque el otro gran problema que hay –que tiene la Argentina, seguramente– es la inflación; y algunos creen que la inflación es por el déficit fiscal o por emisión; bueno veamos qué decía el Perón, el león herbívoro, el que vino después de los ocho años de exilio, que venía descarnado, según sus propias palabras… Un león herbívoro, como se definía. Y, hablando de animales, quiero recordar que las yeguas también son herbívoras. Bueno, el león herbívoro decía: Es evidente que “las recetas” –entre comillas– internacionales que nos han sugerido bajar la demanda para detener la inflación no condujeron sino a frenar el proceso y a mantener o aumentar la inflación. Repito: Las recetas internacionales que nos han sugerido bajar la demanda para detener la inflación no condujeron sino a frenar el proceso y a mantener o aumentar la inflación. Este es el Perón que le habla al Parlamento argentino cuando presenta el modelo argentino para el proyecto nacional, y en la parte que habla de régimen económico habla de estas cuestiones. Mire lo que dice: “En esta cuestión [en la inflación] no se acertaba con la solución adecuada. Por épocas se bajó la demanda pública a través de la contención del gasto, olvidando el sentido social del gasto público. [El déficit cero: achicamiento del gasto público.] En otras épocas se bajó la demanda de las empresas a través de la restricción del crédito, olvidando también el papel generador de empleo que desempeña la expansión de las empresas, tasas positivas por las nubes que impiden y destruyen el crédito y las empresas no pueden invertir. [Lo que nos está pasando ahora]. Y en otras épocas se bajó la demanda de los trabajadores mediante la baja del salario real”. Todo eso junto está sucediendo hoy en la Argentina: restricción del gasto público, inexistencia del crédito por tasas positivas imposibles y salarios destruidos y pulverizados. Y sigue: “Pero como al mismo tiempo no se adoptaban las medidas para que todos participaran en el sacrificio, en definitiva, fueron las espaldas de los trabajadores las que soportaron el peso de estas políticas de represión de demanda para combatir la inflación que el país aceptó y que repitió, aunque su ineptitud quedó bien probada por la propia historia. Es esta una experiencia muy importante derivada de nuestro proceso, y puesto que necesitamos evitar la inflación para seguir adelante con auténtica efectividad, debemos tenerla permanentemente en cuenta.”

Creo que es importante entender que no se sale de la recesión ajustando el gasto público; al contrario, lo que vamos a hacer con este presupuesto es profundizar el sufrimiento de la sociedad argentina. ¿Pero sabe qué, señor presidente? Va a ser, además, un sacrificio inútil. Yo he visto y escuchado que todos hablan de la necesidad de sacrificarnos. El problema es que todos los que hablamos sentados en estas bancas de la necesidad de sacrificarnos no somos, precisamente, los que nos sacrificamos. ¡Ninguno de los que estamos sentados acá tenemos autoridad moral para decirle a la gente que tiene que sacrificarse para salir adelante! Estamos todos bien vestidos, bien comidos, nos traen en auto, viajamos en avión. ¿Nosotros vamos a dirigirnos a la gente para decirle que se tienen que seguir muriendo de hambre o no tener trabajo, y que eso es el sacrificio? Pero, además, ¿ese sacrificio va a tener resultado? Todos sabemos que no es así. Todos sabemos que la recesión se va a profundizar, que es necesario señor presidente, señores legisladores y legisladoras, tomar políticas públicas activas. Miren, yo ya no voy a hablar de las pequeñas y medianas empresas, de las pymes, que están destruidas. Es importante el tema de esta empresa tan importante, la empresa multinacional Arcor, una multinacional argentina de alimentos que, además, tiene fama –parece que bien ganada– de estar muy bien administrada; por lo tanto, es un importante leading case para ver cómo funcionan los modelos con presupuestos como los nuestros, que eran expansivos y que creían en la demanda y lo que fue el primer presupuesto de ustedes, el de 2016, donde redujeron impuestos, porque están convencidos de que la economía se impulsa por la oferta y no por la demanda; y entonces creen que bajando los impuestos los empresarios van a invertir. Bueno, esta empresa, Arcor, tiene treinta y nueve plantas industriales: veintinueve en el país y diez afuera. De las diez plantas que tiene afuera, cuatro fueron instaladas o las abrieron en 2005, 2007 y 2008, la última. Tiene tres que inició en Brasil: dos en 2005 y una en 2007; una en Chile en 2007 y una en México en 2008, que fue la última que abrió. Este grupo, además, y voy a mostrar el gráfico para que se vea… Hay una creencia de que el grupo tuvo problemas porque bajó el consumo. No. Arcor tuvo rentabilidad operativa. El problema es que contrajo deuda a través de obligaciones negociables por 500 millones de dólares en 2016 y 2017, que sumada a la deuda que tenía: 200 millones en obligaciones no negociables hasta 2015, y la devaluación, obviamente le produjo un impacto en los servicios de deuda. Pero reitero que tuvo resultado operativo. Ahora bien, miremos cómo funcionó esta importante empresa multinacional. Acá está hecho desde 2004 a 2017. Mire: el promedio de ganancias, de rentabilidad, de la empresa de 2004 a 2015 fue de 178 millones de dólares anuales. Pero, si tomamos el tan denostado período de gobierno de 2011 a 2015, la ganancia operativa promedio se va a 265,5 millones de dólares, siendo en 2016 y 2017 de 201 millones de dólares. Falta 2018. ¿Qué quiero decir con esto, señor presidente? Que el mayor crecimiento y la mayor rentabilidad de la empresa se dieron cuando nuestros presupuestos eran expansivos. Yo sé que algunos estarán pensando: Sí, pero bueno, los dueños de la empresa y muchísimos empresarios que seguramente también tuvieron rentabilidades durante esos gobiernos están con el gobierno de Cambiemos, porque uno puede ver en sus declaraciones en los medios de comunicación que apoyan fervientemente esta política. Bueno, claro, el problema es que yo decía que el principal problema de la economía argentina es la restricción de dólares, pero además el otro problema que tenemos es también la mentalidad de algunos sectores del empresariado que no se mueven a partir de comportamientos económicos sino a partir de comportamientos o pautas ideológicas, políticas o culturales. Ya lo había explicado Arturo Jauretche mucho mejor que yo; y si no les gusta Jauretche porque les suena demasiado Nac & Pop les recomiendo que lean la conferencia del economista Kalecki –muerto ya– que dio en la Universidad de Cambridge en la Marshall Society en 1942, plena Segunda Guerra Mundial. Este economista, de orientación marxista, va a dar una conferencia acerca de los aspectos políticos del pleno empleo. ¿Cuál era la discusión en ese momento, para que veamos este tema de lo cultural, de lo ideológico y de los prejuicios? En ese momento este economista polaco marxista, como estaban todos aliados contra el nacionalsocialismo en Alemania y el fascismo en Italia, planteaba la discusión sobre el régimen del pleno empleo que había logrado el nacionalsocialismo y el fascismo en Italia; y cómo había sido apoyado por las burguesías ese nacionalsocialismo y cómo el capitalismo se mostraba reacio al régimen del pleno empleo. Él analiza por qué los empresarios, pese a que aparentemente les conviene que haya un régimen de pleno empleo –porque si todos tienen empleo van a poder consumir, van a poder crecer–, por temores y prejuicios desechan el pleno empleo. Da el ejemplo de Blum, la experiencia socialista en Francia. O también la oposición que tuvo Franklin Delano Roosevelt con el New Deal. Todos sabemos que las grandes empresas y las grandes fortunas norteamericanas estaban en contra del New Deal, pese a que apuntaba a superar la recesión y la depresión no desde el punto de vista financiero –saben que se quedó con la plata de los bancos– sino fundamentalmente a través de la generación de trabajo y de la industrialización. Es muy interesante, porque uno puede advertir los prejuicios que hay respecto de esto, y lo que un régimen de pleno empleo crea en muchos empresarios, porque el régimen del pleno empleo necesita de la intervención del Estado, dado que sin la inversión del sector público es imposible que haya pleno empleo; sin la inversión del sector público a través del presupuesto es imposible que haya pleno empleo. Entonces, ese pleno empleo se puede dar a través de mucha obra pública, como hospitales, escuelas, rutas, etcétera; a través de subsidios. Quiero leer el término que utiliza Kalecki, para que vean que los subsidios no son una cosa que se nos ocurrió de trasnochados a nosotros los kirchneristas, por así decirlo, los peronistas, no sé, como quieran llamarnos. Kalecki, cuando habla de los subsidios que se dan a través de los subsidios a través de los servicios públicos, habla de los subsidios a los servicios públicos como salario indirecto. Año 1942, Universidad de Cambridge. No hay nada nuevo bajo el sol en materia de comportamientos y políticas macro económicas. Hay grandes discusiones desde hace mucho tiempo, que si la oferta, que si la demanda, que si el régimen de pleno empleo. Algunos siguen creyendo y están convencidos, incluso importantes dirigentes de Alemania –me ha tocado hablar con la canciller alemana Angela Merkel en las reuniones del G-20–, de que la inflación provocó el fenómeno de Hitler. No fue la inflación lo que provocó el fenómeno de Hitler. El fenómeno de Hitler lo provocó el Tratado de Versalles, las ruinosas y humillantes condiciones económicas y la deuda terrible que tuvo que pagar Alemania, que no la podía pagar y, entonces, generó desempleo, desocupación; y sí finalmente inflación. Pero no fue la inflación la causa; la inflación fue el efecto. La causa fue el querer gravar a la Alemania que había perdido la Primera Guerra Mundial con el pago de una deuda que no podía pagar; y terminó en eso. Tenemos que mirar un poquito lo que está pasando en el mundo con el surgimiento de las derechas, porque aquel nacionalsocialismo –y el fascismo– utilizó a los judíos como las minorías culpables de los desastres que tenían en la economía: que no tenían trabajo, que había desocupados; eran los judíos los responsables. Las nuevas derechas y los nuevos fascismos colocan a los inmigrantes como los responsables de que los nacionales de un país no tengan trabajo. Estemos atentos con estas cosas. Inclusive, las políticas que llevó adelante Trump –y el triunfo de Trump– se deben fundamentalmente a que apeló a la falta de trabajo de los Estados Unidos profundo. Entonces, acá Kalecki plantea que el régimen del pleno empleo es una deuda y un debate que se debe dar el capitalismo, porque hay una clase empresarial que se niega a abordar el tema dado que cree que esto es otorgarle demasiado poder a los sindicatos, a las fábricas, etcétera, etcétera. Y al Estado; y trabajadores también. No hay nada más asustado que un empresario frente a un sindicato o trabajadores organizados. Creo que deberíamos discutir estas cosas. Sencillamente creo que no estamos yendo por buen camino. Estamos yendo por el peor camino.

Decía hoy la senadora Anabel Fernández Sagasti que van a dejar un país infinitamente peor del que recibieron. No hay que ni ser partidario del anterior gobierno para advertirlo. Están los números claros y concretos en materia de deuda. Parece mentira que hoy le hayamos pedido 57.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional. ¿Realmente piensa que esto va a ser la solución? ¿Puede algún argentino, después de las experiencias que hemos tenido acá, creer sinceramente que la solución va a venir de ahí? Yo puedo entender los discursos de la política, el coach mediático y demás, pero me parece que es hora, sinceramente, de que convoquen… Miren, si no quieren convocar a los que estaban antes no importa, pero tienen que organizar algo porque esto se va a tornar insostenible. Yo creo sinceramente que pese a que ustedes se la pasaron hablando durante tanto tiempo de la pesada herencia… Yo los miro a ustedes como una suerte de espejo invertido. Es como que ustedes proyectan en los otros lo que realmente está pasando, lo que son ustedes. Entonces, se la pasaron hablando durante dos años de la pesada herencia y la verdad es que nadie sabe cómo se va a hacer para pagar en 2020 la formidable deuda que ustedes han contraído, que tampoco se sabe dónde está. Porque en definitiva, ¿dónde están los más de 150.000 millones de dólares, en netbooks, en obras, en hospitales, en escuelas, en jardines de infantes, en rutas, en mejor salario para los científicos, en mejor salario para los universitarios? Está todo devastado, señor presidente. La pregunta es dónde fue toda esa deuda que contrajeron. Yo creo que uno de los problemas que tenemos que abordar en el tema de la inflación, por ejemplo, y de la restricción externa es también que tenemos otro récord. Argentina es el quinto país en formación de activos externos. Las clases empresariales finalmente terminan fugando la plata y formando activos en el exterior. Somos el quinto país. Primero, Emiratos Árabes; segundo, Venezuela; tercero, Arabia Saudita; cuarto, Rusia; y quinto, Argentina. ¿No les parece que eso tiene que ver también con la restricción externa ante la baja tasa de inversión de quienes producen, invierten, comercian, de quienes tienen negocios, industrias, comercios, empresas aquí en la Argentina? ¿No les parece raro también que tenga que ver con la inflación? Porque Arcor en 2016, 2017 y 2018 también tuvo rentabilidad operativa vendiendo menos en volumen. ¿Sabe por qué no va a ceder la inflación pese a lo que ustedes creen que porque no va a haber plata van bajar los precios? Porque van a aumentar los precios para suplir lo que no tienen por volumen, que es lo que hizo Arcor, por ejemplo, que tuvo rentabilidad. Su problema no fue de rentabilidad operativa porque se le cayeron las ventas, que se le cayeron las ventas, porque aumentó los precios de una manera tal que logró suplir la rentabilidad. Esto es lo que tenemos que discutir, la concentración. Hablan de inflación. ¿No le parece que la concentración por sector de la economía tiene que ver también con la inflación, con la política de precios y de ingresos? Arcor, junto con Mondelez, que es una multinacional también de galletitas, tienen el 60 por ciento del mercado de las galletitas. Quince empresas explican casi el 70 por ciento de la capacidad láctea de la Argentina. Dos empresas, Coca Cola y Pepsi, el 78 por ciento de las gaseosas. Fideos – comida popular si las hay–, 50 por ciento lo controla una sola empresa: Molinos Río de la Plata. Dice acá -y le tomo al desafío al senador Naidenoff- “cuántos años hace”. Y digo yo, cuando nosotros intentamos… cuando nosotros intentamos… Y no intento dialogar con usted, senador (a Naidenoff). Cuando intentamos políticas de precios cuidados, defensa de la competencia, ¿de qué nos acusaban? Miré usted, se nos ocurrió llevar adelante, tener las representaciones que nos correspondían en el Fondo de Garantía de la ANSES, en las empresas, en Techint, en Molinos Río de la Plata… Tener un representante y ya lo consideraban una intromisión en la vida de las empresas, y nos acusaban prácticamente de ser casi socialistas, porque poníamos directores que nos correspondían en las empresas que participaban en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES. Yo me acuerdo que a Shell, cuando Aranguren era el presidente, le quisimos aplicar el precio de las naftas desde la Secretaría de Comercio y nos dijeron de todo. ¡No tuvimos apoyo de ningún partido político de la oposición para abordar el problema de la concentración de las empresas en la República Argentina! ¡Era una pelea sola, nuestra! ¡La oposición –senador y senadoras– nos acusaba de que queríamos intervenir y socializar y apoderarnos de las empresas, cuando en realidad lo que queríamos era controlar este nivel de concentración! Porque esta también es una de las causas de la inflación, además de la restricción monetaria y del comportamiento y de la cultura bimonetaria. Pero para acabar con la cultura bimonetaria va a ser necesario un gran acuerdo político nacional, señor presidente, de derecha a izquierda. Porque el problema de la escasez de dólares no es un problema ideológico. Es un problema de sostenimiento de la actividad económica. Por eso digo, señor presidente, que no estamos tratando un presupuesto, porque nunca podemos discutir estas cosas. Y cuando hubo un gobierno que intentó discutir, con nuestros errores, con nuestros desaciertos, con nuestros malos modos… Pero, y con los buenos modos de ustedes, ¿qué inversiones vinieron al país? Porque además, también, señor presidente, algún senador dice que hay un plan perverso. Mire, yo no voy a ponerme, si son perversos… Yo miro los resultados, y el resultado es que no vino ninguna de las inversiones que ustedes decían que iban a venir. Porque ustedes creían, muchos de ustedes creían que ustedes, que no son peronistas, ¿podemos definirlos “rubios, de ojos celestes”? Sí, rubios, de ojos celestes, amigables con el mercado, las inversiones iban a venir. No, señor presidente. Y ustedes también creyeron que cediéndole a cada sector económico lo que ese sector pedía, la suma de todas esas concesiones, porque habían ido a la Bolsa de Comercio y allí querían que no hubiera restricciones al libre ingreso de capitales para pasar de economía fronteriza a economía emergente. Le levantaron todas las regulaciones. ¿Qué inversiones vinieron? Las especulativas, señor presidente. Las inversiones especulativas. No vino ninguna otra inversión. Creyeron que pagándole a los fondos buitres también iban a venir las inversiones. Tampoco vinieron las inversiones. Y así podríamos enumerar a cada uno de los sectores económicos. Salvo a un sector, no le dieron lo que querían, que era el Impuesto a las Ganancias y libres paritarias. Salvo a la CGT, que muchos de ellos los apoyaron a ustedes, a los demás les dieron todo. El problema es que la suma de las demandas sectoriales no da un total virtuoso; da lo que tenemos hoy. Sumar las demandas de los sectores y darle cumplimiento a cada uno de ellos no da final virtuoso; da lo que tenemos hoy. Por eso digo, señor presidente, que es necesario abordar una discusión en serio en el país. Y digo además que han tenido lo que no ha tenido ningún otro gobierno: una oposición que, desde los fondos buitres, pasando por la reparación histórica, pasando por la reforma previsional y por todo lo demás, les votó todo lo que le pidieron; hasta los presidentes del Banco Central. Fíjese: yo tuve a Mercedes Marcó del Pont y nunca pude conseguir que le aprobaran el pliego. Sin embargo, Adolfo Sturzenegger consiguió que le aprobaran el pliego. ¡Mire usted! Ustedes consiguieron algo que yo no pude ni con mi propia bancada. Y esto tiene que ver también con algo que pasó también en la última reunión de presupuesto, cuando estuvimos el año pasado, el 27 de diciembre. Yo me acuerdo que en el discurso del senador que representa al bloque mayoritario dijo que, aún con nuestras diferencias y con nuestras visiones, le iban a aprobar el presupuesto. Y mire lo que decía –esto se pronunció el 27 de diciembre del año pasado–: “Y creemos que algunos rumbos el gobierno debe corregirlos. De lo contrario, indudablemente, algunas visiones que se han expresado en este recinto pueden acercarse a la realidad [las visiones, por supuesto, eran las nuestras]. No creo que estemos viviendo eso todavía, pero hay datos que son negativos. Pongan un ministro de economía que regule la política monetaria, la política fiscal, la política del gasto. Tengan alguna centralidad en la perspectiva de la visión política; de lo contrario, el presidente del Banco Central va a seguir aplicando tasas de interés del 30 por ciento. El año pasado eran del 30 por ciento, alegremente. ¿Quién va a venir a invertir a la Argentina?”, se preguntaba. Y bueno, mire cómo estamos ahora. Las tasas ya no son del 30 por ciento, son casi del 70 por ciento. Entonces, digo: ¿es racional aprobar este presupuesto? Voy a obviar la lastimosa reunión de prensa del día 28 de diciembre de 2017, donde a doce horas de que le levantaron la mano aprobándole el presupuesto, le cambiaron de un plumazo todas las variables, haciéndolos quedar a los que habían votado, no muy bien que digamos, señor presidente. Entonces digo yo, ¿es racional seguir apoyando el fracaso? Porque el problema que tenemos es que ustedes han fracasado en lo que le propusieron a la sociedad. Es más; después de esto se va a votar aumento de impuestos. Después de esto se va a votar aumento de impuestos, uno de sus caballitos de batalla. “Vamos a bajar la presión tributaria”. Ustedes van a terminar con una presión tributaria superior a la que terminamos nosotros en 2015. ¡Van a terminar con mayor presión tributaria, con mayor endeudamiento, con recesión, con desocupación de dos dígitos! ¿No les parece que es hora de decir y repensar que lo que ustedes creían, el país que ustedes creían y el mundo que ustedes creían no existe? ¿Y que se han destruido las cosas que estaban bien hechas y no han podido corregir las que estaban mal? Han acentuado el problema de la restricción externa. Cuando ustedes dolarizan las tarifas, cuando ustedes dolarizan el combustible, cuando ustedes dolarizan los alimentos profundizan aún más el proceso de economía bimonetaria que tenemos hoy en la Argentina. ¿No les parece que es hora de sentarse con las 92…? Mire, son 92 las empresas productoras, transportadoras y distribuidoras de luz, energía, gas, agua y también las productoras de petróleo las únicas que están ganando en la República Argentina. 92 empresas están ganando muchísimo dinero. Ahora, el resto, está en la lona. ¿No les parece que es hora de sentarse con esas 92 empresas – muchas de las cuales son estatales, provinciales, como en el caso, por ejemplo, de EPEC y de la empresa de Santa Fe, que son después de Edenor y Edesur las dos más grandes distribuidoras de energía eléctrica–, y ponerse a discutir realmente tarifas que sean accesibles y que le devuelvan a la gente un poco de plata en el bolsillo para que esa plata la pueda poner en el consumo? ¿No les parece que es hora de sentarse con los industriales para ver cómo deciden una política de protección y de fomento a la industria, que se está cayendo a pedazos? Habíamos logrado reindustrializar el país, habíamos logrado reindustrializar luego de lo que pasó durante la década de los 90. Todo de vuelta. A esos tipos que invirtieron en fierros de vuelta, después de haber quebrado durante los años 90, ¿quién los va a volver a convencer de poner un fierro en una fábrica? Además, si esta recesión se profundiza, dentro de uno o dos años todos los aparatos, las máquinas, van a ser obsoletos. ¿Sabe que se está yendo gente del país otra vez? Vamos a tener el quinto éxodo de cerebros en el país. Los dos primeros, ideológicos –inclusive de vida–, en el 66 con el golpe de “los bastones largos” y en el 76 con la represión. Luego vino la híper y el desastre económico del gobierno del presidente Alfonsín. Luego vino el 2001; y ahora vamos a enfrentar un quinto éxodo de científicos, quienes se van a ir del país. ¿Qué van a hacer? Nosotros debemos tener un modelo de inserción internacional que no esté basado solamente en el valor agregado de las materias primas o de la energía. Debemos tener inserción internacional con software, con energía, con la industria nuclear, en la que habíamos alcanzado un gran desarrollo al igual que en las empresas de servicio. Éramos realmente competitivos. Somos uno de los diez países que integran el Club Nuclear. Tienen que ponerse a pensar en esas cosas, porque esto así no va más, señor presidente. Creo que votando este presupuesto no se le hace un favor a la gobernabilidad, y estoy absolutamente convencida de que mucho menos a la sociedad argentina. Se les podrá hacer un favor a los que van a cobrar la deuda, al Fondo Monetario Internacional y a algunos amigos del poder; pero a la sociedad y a la gobernabilidad no. No creo que la gobernabilidad pase por esto. Sinceramente, por eso vamos a votar en contra.

Para finalizar, he escuchado algunas comparaciones con respecto a que en 2010 no se aprobó el presupuesto para 2011. Mire, intentar comparar la situación… Primero, el presupuesto del año 2010 para el 2011 era expansivo, de crecimiento, de inclusión, de construcción. Pero, además, se vivía un clima especial en el país. ¿Ustedes se acuerdan lo que era el 2010, cuando se trató el presupuesto y ustedes lo rechazaron, entonces oposición y hoy oficialismo? Habíamos terminado los festejos por el Bicentenario, donde millones de argentinos se habían volcado con una alegría inusitada y nunca más vista otra vez desde aquella oportunidad. Habíamos salido de la crisis de 2009, porque no nos pueden querer convencer, señor presidente, de que todo lo que estamos pasando es por la lira turca o porque Trump subió un punto o medio punto la tasa. Yo tuve cinco corridas financieras, cinco corridas cambiarias, señor presidente, y además afronté como presidenta la crisis económica global más grande de la que se tenga memoria, a raíz de la cual nace el G-20. ¿Sabe por qué nace el G-20? Por la crisis de 2008, que algunos dicen que fue más importante que la del 30. Sin embargo, esa crisis no nos sirvió de excusa para trasladar la responsabilidad de gestionar por la sociedad a la gente, al contrario… Ya estoy terminando. Y en 2010 ya estábamos saliendo de la crisis de 2008 y de 2009. Por eso digo, señor presidente, que es necesario replantear; el gobierno tiene que replantearse las cosas. Y yo creo que el deber de la oposición, que es representar una alternativa a esto que se está viviendo en la Argentina, nos lleva a votar en contra de este presupuesto. Muchas gracias.

 

 

 

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