diciembre 20, 2018
Intervención en la sesión para la modificación de la Ley de Papel Prensa

 

Estamos abordando, como lo señalaron los diversos senadores y senadoras que me precedieron en el uso de la palabra, la modificación de una ley sancionada durante nuestra gestión, por la cual se perseguía el objetivo de democratizar –como ya se ha dicho en todas las intervenciones que me precedieron en el uso de la palabra– la libertad de la palabra. La palabra, en definitiva; la palabra publicada, la palabra impresa.

Yo quiero, en primer término, rescatar las intervenciones del senador Luenzo, de la senadora Catalfamo, del senador Solanas, del senador Romero también y, por supuesto, la de nuestra compañera del frente, la senadora por Santa Fe, María de los Ángeles Sacnun, y su demostración práctica y concreta de qué son los diarios del interior. Y no puedo dejar de señalar que comparto absolutamente todo lo que ellos han dicho y manifestado, pero se me ocurre que en tiempos difíciles del país, en tiempos difíciles de la política, este proyecto demuestra, tal vez, como pocas cosas, qué es lo que está sucediendo en la Argentina y qué es lo que sucede con el poder.

Usted sabe, señora presidenta, señores legisladores y legisladoras, que en reiteradas oportunidades, cuando un presidente o una presidenta del país es entrevistado por un medio de comunicación, hay una pregunta recurrente de todos los periodistas y periodistas mujeres: el tema del poder y cómo se vive y ejerce el poder. Y hay una suerte de poner siempre el tema del poder en el campo de la política, como que los que tienen poder son los políticos –presidentes, senadores, legisladores– para ocultar.

¿Dónde está el verdadero poder? Hoy aquí tenemos un ejercicio parlamentario y político de dónde está el poder en la República Argentina.

Hoy, la sociedad argentina, su economía, está devastada. Ley de alquileres, inquilinos que no pueden pagar los alquileres o propietarios que no lo pueden hacer con las expensas; empresas pequeñas, grandes, medianas y multinacionales con severos problemas económicos; una tasa de interés que está destruyendo el aparato productivo y económico argentino, con las consecuencias sociales. Por ejemplo, Santa Rosa, La Pampa –ayer se conocieron los índices de desocupación–, encabeza el ránking de desocupación con 13,2, si mal no recuerdo. Me conecté con la gente de La Pampa. Claro, en Santa Rosa, La Pampa, han cerrado ciento treinta comercios con cuatrocientos veinte despidos. Alpargatas también cerró y dejó a ciento treinta personas en la calle. Este panorama se repite de manera monocorde en todas las provincias de la República Argentina. Aumento de la desocupación, cierre masivo de comercios, cierre de fábricas, algunas centenarias, ¿y qué estamos haciendo en la República Argentina, en el Parlamento, donde están representados todos los partidos políticos? Estamos sacando una ley, que demandó apenas veinte días, para atender el gravísimo problema que tiene la economía, que es el precio del papel de diario.

Bueno, ¿ve?, esto es tener poder. Un poder que no ocupa estas bancas, pero que se conecta con todas estas bancas de diferentes maneras, hasta telefónicamente, pidiéndoles que acompañen la ley, pese a que es manifiestamente contraproducente para los intereses de todos los pequeños medios de comunicación de nuestras provincias que, como bien se ha señalado, es lo que la gente lee. La gente en las provincias lee los diarios que reflejan los contenidos locales. Los hechos y eventos sociales también locales, los cumpleaños, los casamientos, etcétera, etcétera. No leen los grandes diarios.

Quiero decir, entonces, señora presidenta, que hoy estamos ante un ejercicio de poder concreto de la política. Y algún señor senador recién decía que debíamos reglamentar, por el tema de las fake news, por ejemplo, el manejo de los medios digitales. Se hizo mención a Facebook… En fin, lo que ya todos conocemos que pasó en el Brexit. Pero quiero decirles que también esas fake news se imprimen en papel de diario, en papel prensa.

Miren, yo quiero recordarles a todos ustedes que, en plena campaña electoral, la tapa de un importante matutino de nuestro país, uno de los socios de Papel Prensa Sociedad Anónima, publicó que Máximo Kirchner y la ministra Nilda Garré tenían millones de dólares en cuentas en paraísos fiscales. Esta noticia es una fake new.

No hace falta tener un medio digital, evidentemente, para hacer noticias falsas y para intervenir, como también señaló otro senador, como parte del dispositivo de poder del actual gobierno. Porque está claro que este ejercicio de poder, este favor que hoy se va a hacer a este sector brutal del poder en la República Argentina –si se sanciona esta ley– tiene una contraprestación. No vamos a decir tampoco que piden favores y no los pagan.

Sí, claro que los pagan. Los pagan con un blindaje mediático increíble, como nunca se vio en la historia de la República Argentina. Sólo me hace recordar al blindaje que tuvo la dictadura en materia de terrorismo de Estado. Solamente comparable y mensurable no porque sea comparable esto con el terrorismo de Estado; ¡entiéndase bien! Que mañana no publiquen en ninguna tapa: “La senadora Kirchner dijo que estamos igual que con el terrorismo de Estado”. No, señor. Estoy diciendo, simplemente, que el nivel de blindaje mediático es de esa magnitud, de ese volumen. Que no solamente es un blindaje mediático a favor de las políticas del gobierno, que están provocando esta verdadera catástrofe social y económica. Es también el servicio de blindaje mediático para los que levantan la mano y presentan proyectos como este y al mismo tiempo presta el servicio de ataque furibundo y brutal contra aquellos y aquellas que no formamos parte de ese dispositivo, de lo que se ha dado en denominar muy amigablemente la gobernabilidad y que yo creo que, en muchos casos, hace más juego con la complicidad.

Pero, bueno, acá estamos todos los partidos políticos de la República Argentina, representados y sentados en nuestras bancas –en los momentos tan graves que vive nuestra sociedad, nuestros comerciantes, nuestros empresarios, nuestros trabajadores, nuestros desocupados– para abordar en forma exprés el tema del precio del papel que, además, va a perjudicar, porque lo han dicho, y Dios sabe que senadores que han opinado en este mismo sentido están en nuestras antípodas, si se quiere, de pensamiento político y de ideas, pero, a ver, las cuestiones monopólicas y los precios y la regulación están más allá de las ideologías. El precio del papel es el precio del papel, la posición dominante es posición dominante y lo que van a hacer con este instrumento es hacer lo que ya se hacía cuando enviamos este proyecto de ley, que era que los dos diarios mayoritarios se vendían a sí mismos el papel a un precio mucho menor, haciendo soportar la pérdida a su otro socio, que es el Estado argentino.

Porque también tienen que saber todos los argentinos y argentinas que Papel Prensa es una sociedad anónima en la cual no solamente son dueños los diarios, sino también la sociedad argentina, a la que nosotros representamos. Nosotros también tenemos participación en Papel Prensa. Lo tenemos en nombre del Estado. Somos senadores, senadoras del Estado nacional, más allá de los partidos políticos, y son diputados y diputadas de la Nación. O sea que nosotros en esta ley no solamente tenemos que opinar en virtud de la democratización de la palabra, en virtud de los intereses de los pequeños medios de comunicación del interior, de la defensa de la libertad y de la palabra, sino que además tenemos que opinar como accionistas de Papel Prensa. Lo representamos. Si bien el ejercicio lo representa el Poder Ejecutivo, por una cuestión funcional y de división de poderes, está claro que como representantes de las provincias aquí y del pueblo en la Cámara de al lado tenemos que intervenir. Y la verdad es que esto significaba en aquel momento una pérdida para el Estado.

No se puede dejar de reconocer, obviamente –lo han señalado todos y todas y no puedo menos que coincidir– la modificación que ha habido en cuanto a la aparición de los medios digitales, el abandono de la costumbre de la compra de los grandes periódicos. Y por varias razones, no solamente por los medios digitales, señora presidente –digámoslo con todas las letras también: los medios digitales no aparecieron antes de ayer–, sino también por la situación económica. Está claro que a la gente no le alcanza para comer, no le alcanza para vivir, no va a andar gastando plata en diarios. Esto está claro.

Por lo cual, creo que, en realidad, lo que se está haciendo es abordar el problema económico que puede tener un grupo empresario, en este caso quienes tienen mayoría en Papel Prensa. Y no estaría mal. No estaría mal si este fuera el único problema que tiene la República Argentina y si este fuera el único proyecto de ley que han ingresado senadores y senadoras o diputados y diputadas, para abordar los problemas que hoy tiene la ciudadanía argentina.

Pero resulta que esto no es así. Resulta ser que distintas bancadas –de ambas Cámaras– y distintos legisladores han presentado proyectos sobre ley de alquileres, sobre tasa de interés, sobre promoción a pequeñas y medianas empresas, sobre el tema de los trabajadores… En fin, no me alcanzarían los minutos de exposición para enunciar y para enumerar todos y cada uno de los proyectos que desde distintas ópticas, realidades, los legisladores de la República Argentina presentan en las Cámaras para tratar los graves problemas que hoy tiene la economía argentina y, en consecuencia, la sociedad.

Sin embargo, estamos tratando este, de Papel Prensa, al que, como bien señaló la senadora Sacnun, se le ha impuesto una velocidad y un tratamiento como si fuera un proyecto del Poder Ejecutivo. También tenemos que distinguir que es normal que el Poder Ejecutivo tenga siempre cierta prioridad sobre el tratamiento, en virtud de que quien tiene la responsabilidad de conducir los destinos del país requiere de instrumentos que muchas veces necesitan su aprobación en este cuerpo. Por lo cual, nada debe decirse de cuando el Poder Ejecutivo pide con celeridad determinados instrumentos, porque entiende que estos son necesarios para la ejecución de sus funciones y de sus responsabilidades.

Pero este no es el caso de autos –dijeran los abogados, o dijéramos los abogados–, sino que es eso que estamos viendo en la República Argentina: el ejercicio del verdadero poder. Con una terrible consecuencia: este poder, que tiene responsabilidades muy grandes en la formación de los ciudadanos y en las decisiones que los ciudadanos toman electoralmente –y hasta económicamente, les diría, por el grado de información que tienen nunca es responsable de nada.

Fíjese que los fracasos de los gobiernos nunca fueron responsabilidad de los medios de comunicación, que muchas veces los promocionaron y los impusieron con noticias falsas, con mentiras, con un tratamiento absolutamente diferente según quien fuera el partido político o el dirigente. Al contrario, siempre, finalmente, los que terminan siendo responsables de todo lo que pasa son la política y los partidos políticos. ¡Qué maravilloso poder! ¡Qué maravilloso poder!

¡Quién pudiera tener ese grado de poder y de ejercicio de impunidad en el poder, en que una gran parte de los que estamos –o están– sentados o sentadas en estas bancas hacen lo que ellos piden y, cuando las cosas van mal, los que tienen la responsabilidad de que fueran mal no son ellos, sino los que están sentados en las bancas y a los que les hicieron votar cualquier cosa!

Notable. Bueno, ¡chapó! En realidad, tal vez hay un dejo no sé si de envidia o admiración por tan excelente manejo del poder, de un poder que, repito, no se nota, pero que hoy es un ejemplo claro.

Por eso, señora presidenta, vamos a votar negativamente este proyecto de ley.

Muchas gracias.

 

 

 

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