agosto 9, 2018
Intervención en la sesión por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo

 

Sí, señora presidenta: es para manifestar que, tal cual nuestro bloque lo informara el mismo 28 de junio cuando se sancionó en la Cámara de Diputados el instituto de la IVE, vamos a acompañar esta media sanción.  Y vaya, en primer lugar, mi solidaridad para con todos los legisladores y legisladoras que han sufrido agravios, insultos y descalificaciones. Tenemos, por ejemplo, en el caso de la vicepresidenta de nuestro bloque, Nancy González, que en la ciudad de Puerto Madryn sufrió la situación de que el frente de su negocio fue pintado tratándola de asesina o de que matara a sus nietos y otros insultos por allí. Esto casi es decir: “Bienvenido a la Argentina”, ¿no?; sobre todo cuando como legisladores o como gobernantes asumimos posiciones que rompen un poco el statu quo. Esto nunca es gratis: nunca es gratis oponerse o trabajar contra el statu quo, sea cual este fuere. Y me parece que la primera cuestión va a ser caracterizar sobre qué estamos hablando. Yo siempre he votado por la vida y he gobernado por y para la vida: siempre. Voté por la vida cuando, en estas mismas bancas, votamos la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final; homenaje a la vida que había sido cercenada a miles y miles de jóvenes, a mujeres, embarazadas, a chicos sustraídos de su identidad, a bebés apropiados. Voté por la vida cuando votamos el parto humanizado en 2004; la protección integral de niños, niñas y adolescentes en 2005; la educación sexual integral y ligadura de trompas y vasectomía, como método anticonceptivo, allá por 2006; los derechos del paciente. Eso ya fue cuando era presidenta. La ley integral de protección para la prevención, sanción y erradicación de la violencia contra la mujer. Luego, cuando se sancionó el matrimonio igualitario; o en 2012, la identidad de género; con la modificación del Código Penal para incluir la figura del femicidio. Esto se lo debemos a un extranjero en la Argentina. Fueron asesinadas dos turistas francesas en la provincia de Salta: Cassandre Bouvier y Houria Moumni. Y cuando me tocó viajar a Francia como presidenta, su padre, Jean-Michel Bouvier, me pidió una audiencia en la cual me solicitó, encarecidamente y emocionadamente, que incluyéramos en el Código Penal la figura de femicidio; y así se hizo. En 2013, técnicas de reproducción asistida; Código Civil y Comercial en 2014, también. Y llevamos adelante políticas sanitarias que fueron modelo, como el Plan Nacer; el Calendario Nacional de Vacunación –diecinueve vacunas gratuitas–; anticoncepción de emergencia; régimen para las intervenciones de contraconcepción quirúrgica; plan operativo para la reducción de la mortalidad infantil; políticas para las infancias; y podríamos seguir. Asignación Universal por Hijo: tal vez una de las creaciones más importantes para defender la vida, porque no hay una vida, dos vida, tres vidas: hay una sola vida y hay que defenderla siempre.  También, cuando asignamos partidas para la prevención del embarazo no deseado. Entre los años 2003 y 2015, se incrementó un 1.046 por ciento los recursos para este sector. Si uno mira el presupuesto de este año, ha sido solamente ejecutado en un 12 por ciento. Por eso, cuando hoy hablaba la senadora por Mendoza y nos relataba las peripecias de comprovincianas suyas del departamento de Lavalle, donde no tienen la suficiente cantidad de anticonceptivos y tienen que esperar horas para 25 mujeres en un día poder acceder a ellos, creo que se hace imprescindible ponernos de acuerdo en qué es lo que queremos en materia de prevención y cuidado de la mujer y de las políticas que son una obligación del Estado.

Yo quiero decirles que no es fácil abordar un tema de esta naturaleza, pero sí es obligación hacerlo a partir de la comprensión de que, más allá de nuestras creencias y convicciones –todas respetables–; más allá de estas cuestiones hoy, cuando se rechace… Esto es lo más grave de esta noche, me parece: se puede estar de acuerdo o no; se puede proponer una modificación, pero estamos rechazando un proyecto sin proponer nada alternativo y la situación va a seguir siendo la misma.  Miren: si yo tuviera la certeza de que votando negativamente o rechazando la media sanción que viene de Diputados no hay más abortos en la República Argentina, no tendría ninguna duda en levantar la mano. El problema es que este Cuerpo hoy va a rechazar lo que viene como media sanción de Diputados y van a seguir produciéndose los abortos en la Argentina; y ahí ya no es una cuestión únicamente de convicciones o de creencias, sino de dar respuesta como legisladores a un problema que existe.  Quiero decirles que en el primer discurso que escuché, que fue el del miembro informante, cuando rechazaba también este proyecto –voy a leer para no equivocarme– dijo algo que creo constituye una postura que subyace en muchos de los discursos de los que hoy rechazan. Digo que el verdadero problema es la pobreza y que tendríamos que luchar contra la pobreza, contra la falta de recursos, etcétera, etcétera.  Mire, acá tengo lo que dijo el miembro informante: Este es el verdadero drama que no se visibiliza en este proyecto. No estamos resolviendo las cuestiones y condiciones de exclusión, vulnerabilidad, sometimiento, relaciones de poder asimétricas, pobreza, ausencia de recursos… ¡No, no! Esto es solamente de la interrupción voluntaria del embarazo. Esta descripción obedece a abolir el patriarcado: por ejemplo, las relaciones asimétricas, los abusos de poder, la discriminación que sufre el colectivo femenino. En ese marco, este tema que estamos abordando es uno de sus aspectos, pero no el único.  Creo que tenemos obligación como legisladores de construirnos un poco a nosotros mismos y nuestra visión de la sociedad. Algunos dicen que fue mi hija, una militante feminista, la que me hizo cambiar de opinión. No, no fue mi hija. La verdad, señora presidenta, señores legisladores y legisladoras, me abrió la cabeza en cuanto a abordar la cuestión feminista desde un lugar diferente al que uno lo había visto. Tal vez porque tuve la suerte, desde muy joven, de formar parte de la generación –educada, formada o formateada, si se quiere– de aquellos años de los sesenta y de los setenta en los que surgía la pastilla anticonceptiva, la minifalda, Woodstock, la revolución cubana.

En definitiva, no teníamos esta cuestión de género. De repente, esto fue una ráfaga en el mundo; luego hubo retrocesos. Pero lo cierto es que en aquella generación que después fue aniquilada no había distinción entre hombre y mujer: éramos pares. Además, tuve la suerte de casarme y de ser compañera de un hombre que nunca me consideró “su” mujer, sino “su” par. Pero tenemos que entender también que esta no es la realidad de muchísimas mujeres. Los que creen que solamente las mujeres pobres son las que sufren las relaciones de poder de los hombres están equivocados. ¿O me van a decir que no conocen mujeres de clase media y clase alta que sufren también los embates de una sociedad patriarcal? ¿O no nos vamos a enterar de cuando una mujer es golpeada por no querer relaciones sexuales? Y no hace falta ser pobre para que le pase eso: le puede pasar siendo rica o clase media.  Creo que debemos tener en cuenta que se trata, más que de una cuestión de género, de una cuestión generacional. Los pibes, una vez más, advierten el cambio de época y demandan ser escuchados. ¡Si quieren saber quiénes me hicieron cambiar de opinión, fueron las miles y miles de chicas que se volcaron a la calle! Verlas abordar la cuestión feminista; verlas criticar, pero también describir la realidad de una sociedad patriarcal, nos debe colocar a todos en un lugar distinto.  Esta ley no va a salir esta noche, pero quiero decirles a todos y a todas que no será este año, será el año que viene o el otro. Quiero también decirles a todas esas jóvenes que salieron a la calle que ese feminismo que están construyendo está deconstruyendo de a poco una sociedad machista. Entonces, al mismo tiempo, se está construyendo un feminismo que debe también incorporar otras cuestiones que, en definitiva, siempre son económicas. Porque –como decía el senador Fuentes hoy– siempre hay una cuestión económica en las relaciones de subordinación y de poder; aunque él afirma –y se olvidó de decirlo hoy en su intervención; esto es de él, no es mío– que también hay en los hombres un temor atávico a la sexualidad de las mujeres. Eso lo dice él, para que mañana nadie titule “Cristina dice que le tienen miedo por el sexo”. No.  Digo, señora presidenta, que es necesario que todos deconstruyamos también una visión y una idea de la sociedad. Les pido a todas las jóvenes y a todo el colectivo feminista que no se enojen con las religiones ni con la Iglesia ni con los sacerdotes. Sigan construyendo esa fuerza que yo pude percibir claramente el último 8 de marzo. El primer 8 de marzo se produjo en el 2015; allí –yo todavía era presidenta– el colectivo del “Ni una Menos” –que encabezaba en ese momento o había desarrollado un grupo de periodistas– tenía que ver fundamentalmente con los femicidios, con la violencia de género. Se luchaba porque el “Ni una Menos” era “ni una mujer más muerta por la violencia de género”. ¡Fíjense la evolución que fue tomando el movimiento en tan poco tiempo! Ese primer año fue una cuestión exclusivamente vinculada a la violencia de género. Sin embargo, ya en el 2016 pudo verse la incorporación de lo social también a ese movimiento que fue creciendo; y en el año 2017 claramente se comenzaba a hablar de las cuestiones económicas del feminismo en lo que hace a la diferencia de salario, de empleo, de condiciones de trabajo; también a la violencia que se produce en una sociedad en donde el sistema de decisiones lo ocupan mayoritariamente hombres.  Pero sin embargo este año, este 8 de marzo del año 2018, pudo observarse en esa inmensa movilización, protagonistas… Son festejos; tranquila.

Porque en realidad creo que tenemos que entender –y sobre todo también desde mi propio movimiento político– que vamos a tener que incorporar la cuestión feminista a lo nacional y popular que caracterizó al peronismo durante décadas. Luego de la década de la dictadura incorporamos la cuestión democrática; y entonces dijimos “somos nacionales, populares y democráticos”. Vamos a tener que incorporarle “nacional, popular, democrático y feminista”, porque dentro de la explotación de los trabajadores, del capital sobre el trabajo, hay también una subcategoría de explotación: un trabajador es explotado, pero una mujer trabajadora es más explotada porque gana menos y trabaja más.  Me olvidaba, porque parece que todo lo de la mujer pudiera únicamente girar en torno a la IVE, pero recuerdo en nuestro gobierno la incorporación de la mujer, de la tarea del ama de casa, reconocida en la jubilación. Esto también es empoderamiento. Recuerdo lo que ni Eva Perón había podido lograr, que era sancionar como ley el convenio laboral del personal de trabajo en las casas de familia; algo que Evita no había podido lograr y lo logramos.  La verdad es que la vida se defiende en todos los aspectos y en todos los momentos. No puede haber defensa de la vida cuando se siguen achicando las partidas de Educación, de Salud; cuando cada vez hay gente con mayores problemas de subsistencia alimentaria o porque no pueden hacer frente a las facturas, porque eso también es vivir; es imposible vivir sin recursos o con esos recursos achicándose cada vez más. Entonces, me parece que deberíamos ser todos muy cuidadosos cuando pretendemos adueñarnos, a partir de esto de que unos defienden la vida y los otros no. Yo siempre he defendido la vida. Defiendo la vida cada vez que voto en contra de políticas económicas que significan que la gente esté peor. He votado aquí siempre por la vida cada vez que me he opuesto a políticas de restricción social, de desconocimiento de derechos, de precarización de derechos. Precarizar derechos es votar contra la vida; porque le arruinamos la vida a la gente también cuando no tiene buena salud, cuando no tiene buen salario, cuando no tiene buen trabajo, cuando no le alcanza la guita, cuando están durmiendo en la calle. ¡Cuando están durmiendo en la calle familias enteras! ¡Y vemos que es gente que hasta hace poco tiempo tenía una calidad de vida, porque algunos están rodeados de muebles, de camas, de almohadones…! ¡Esto es lo que está pasando!

Entonces, creo que tenemos que tener mucha fortaleza. En esto, quiero también dirigirme a los miles y miles de jóvenes que están en la calle: creo que tenemos que hacer un esfuerzo muy grande porque hoy no estamos proponiéndole una alternativa a un problema que existe. El problema del aborto existe en la Argentina, sucede, sucede; estemos o no estemos de acuerdo, ¡sucede! Y hay que darle una respuesta como legisladores. Si no les gusta esta respuesta, discutamos otra, pero no estamos discutiendo ninguna respuesta. Hoy estamos cerrando la cortina, bajando la cortina, rechazando. Nunca tenemos que rechazar. Creo que tenemos esencialmente que proponer una alternativa.  Por eso, señora presidenta, y en esto también quiero hacer un reconocimiento en el sentido de que… Y esto lo he discutido con muchas mujeres feministas: el tema de las convicciones. Siempre se vota con convicciones, siempre se vota con convicciones. El problema es cuando las convicciones que queremos nosotros se ejercen sobre otras personas que no tienen esas convicciones: ahí estalla el conflicto. Porque, en definitiva, nuestro rol como legisladores es regular las relaciones en la sociedad para que todos se articulen y armonicen, pero acá, en este caso puntual, ante una sociedad que está demandando una respuesta a un problema que tiene o a derechos que quiere, porque quieren derechos… Entonces, creo que deberíamos todos hacer un esfuerzo muy grande para dar una respuesta a esas demandas, que –reitero– no será este año: será dentro de dos años o de un año, cuando reglamentariamente, a partir del rechazo, se pueda tratar nuevamente. Bueno: con todas las convicciones de cada uno pongámonos a pensar si realmente es justo que, en una sociedad que ha adquirido este nivel de movilización y de comprensión, sigamos imponiéndoles unos la conducta a los otros. Porque está claro que esta no era una ley que obligaba a abortar a nadie. Es más: no utilicemos más esa palabra. Así como en Estados Unidos Martin Luther King impuso que no se mencionara lo negro porque esto significaba una estigmatización, hablemos de interrupción voluntaria del embarazo.  Por eso, señora presidenta, es una pena que no hayamos podido abordar un consenso, porque el problema va a seguir existiendo exactamente como existía antes de que abordáramos esta discusión. Es necesario, reitero, hacer un esfuerzo para poder darle una respuesta.

Mire, yo pensaba: tengo dos nietas y tengo 65 años. Dentro de quince años voy a tener 80: sí, 80 años. Elenita, mi nieta, va a estar en 5º año y María Emilia en 4º año. Y la verdad es que para cuando ellas estén en 4º y 5º año esto va a estar sancionado. No tengan dudas. Y la verdad es que pensaba que sus compañeras en el colegio les iban a preguntar: “Che, ¿y tu abuela, cuando era senadora?” Y, bueno: creo que no quiero ocupar el lugar de que, cuando los jóvenes se acuerden de mí, se acuerden de la manera en que muchas veces se refieren a esos que nunca entienden lo que pasa; muchas gracias, señora presidenta.

 

 

 

 

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