diciembre 5, 2025
Mensaje en el cierre de la diplomatura de «Economía política y relaciones del trabajo» del CEPA

 

Hola, bueno, ¿cómo están todos y todas? Sé que están aquí, a poquitos metros de San José 1111, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Y en el cierre del año de la Diplomatura en Economía Política y Relaciones del Trabajo que organiza el CEPA. 

Bueno, en primer término, quiero felicitar a todos y a todas y a cada uno de los que ha decidido cursar esta diplomatura. ¿Y por qué? Porque en tiempos tan líquidos, tener la voluntad de dedicar esfuerzo y tiempo a la formación política en materia económica y laboral, la verdad que no solo merece reconocimiento, sino que también genera esperanza.

Encontrarse con ciudadanía dispuesta a estudiar, a estudiar, para comprender mejor los tiempos de profundos cambios tecnológicos y sociológicos que estamos viviendo, sinceramente es muy esperanzador. 

La historia del pensamiento económico y elementos básicos de macroeconomía, los patrones de acumulación en la Argentina del siglo XX, la política monetaria, que constituyen, estuve leyendo el programa, las primeras unidades de esta diplomatura, son, a mi criterio, la base de comprensión para entender lo que estamos viviendo hoy y sobre todo, bueno, lo que está por venir, ¿no? 

Todos sabemos que este modelo económico en curso no es nuevo ni, mucho menos, original. Fue ensayado en el pasado varias veces y siempre, pero siempre, siempre fracasó. Inclusive para aquellos que creen que los sindicatos o los partidos políticos o el Congreso son el problema. Bueno, les recuerdo que Martínez de Hoz, Ministro de Economía emblemático de la dictadura cívico-militar iniciada en 1976, desplegó su programa económico de valorización financiera, destrucción de la industria y endeudamiento nacional sin sindicatos ni partidos políticos. Estaban prohibidos los sindicatos y los partidos políticos y el Congreso estaba cerrado, es más, estaba ocupado por una Comisión de Asesoramiento Legislativo integrada por hombres de las tres fuerzas armadas. Esos eran los que legislaban en la Argentina. ¿Y qué pasó? Fracasó. Sin embargo, también debemos ser realistas y entender que el fracaso inevitable del modelo en curso no va a traer, como consecuencia mágica, la restauración de un modelo de trabajo y producción. En economía y en política la magia no existe. 

En la Argentina se ha agudizado el carácter bimonetario de su economía y por lo tanto carecemos los argentinos de un instrumento vital para la economía, cualquiera sea su orientación, y que es tener una moneda que no solamente sirva para transacción sino también para reserva y ahorro y con ello generación de crédito, en fin. Además, esta carencia de moneda lo basa en el marco de un nuevo ciclo de endeudamiento serial en moneda extranjera que se disparó a partir del año 2016 y que parece no tener fin. 

Aquella Argentina donde no le debíamos un solo dólar al Fondo Monetario Internacional por la decisión de Néstor Kirchner en el año 2005, ya no existe más. Hoy, hoy 5 de diciembre, nos desayunamos que el ministro de endeudamiento serial anuncia una vez más que va a emitir más deuda para pagar más deuda, todo en moneda extranjera, por supuesto. ¿Qué podría salir mal?

Y además, todo esto pasa en un mundo sustancialmente también diferente al que dejamos en el 2015. A título de ejemplo nada más, para que se comprendan las dificultades y los cambios que ha habido. Allá en el 2015 el problema era que se había deslocalizado la producción a nivel global y nos planteaban que el problema era de bienes importados a bajo costo que competían con los nacionales. Ahora, no solo se deslocalizó la producción, sino que además con la aparición de la economía de plataformas, se deslocaliza también la comercialización de una producción que ya estaba deslocalizada. O sea, ya no solo se destruyen trabajos a nivel industrial, a nivel manufactura, sino también a nivel del sector de servicios, con los comercios. Y si esto, por ejemplo, lo trasladamos al balance cambiario, vamos a ver que el problema ya no es solamente en ese balance cambiario el turismo externo, que consume dólares a través de compras en el exterior, tarjetas, etcétera, etcétera. Sino que también la gente que no puede viajar porque no tiene recursos para hacerlo, igualmente termina gastando dólares, aunque el consumidor nacional por supuesto lo pague en pesos, cuando compra, a través de plataformas, productos elaborados fuera del país. Y que, además, la mayoría de las veces, si no absoluta, tiene mucho menor precio que lo nacional. 

En fin, un mundo nuevo, un mundo nuevo con cambios muy acelerados, que va a exigir nuevos instrumentos y sobre todo mucha, pero mucha velocidad de pensamiento. Por eso quiero felicitar a Julia, Julia Estrada, como directora de esta diplomatura, que ya cumple 5 años, por hacerse cargo del desafío de contribuir con estudio de la historia, en este caso de la perspectiva económica, para comprender mejor nuestros problemas. Si no comprendemos nuestros problemas va a ser muy difícil, diría imposible, resolverlos. 

Como dije al principio, en tiempos líquidos, o simplemente de burrés para simplificar un poco el lenguaje y también la comprensión, dedicar tiempo y esfuerzo al estudio no puede merecer otra cosa que felicitaciones. Así que mis felicitaciones a todos, a los que enseñan y a los que decidieron aprender para comprender.

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