julio 7, 2005
Discurso de Cristina Kirchner en el lanzamiento de su candidatura a Senadora Nacional
Por eso, argentinos, amigos, con toda la fuerza, con toda la convicción, por Argentina. Porque vale la pena, vale la pena construir, volver a participar, vale la pena representar ideas y convicciones.

 

Palabras de CFK en el Teatro Argentino de La Plata, julio 7 de 2005, lanzando su candidatura a Senadora Nacional por la Provincia de Buenos Aires.

Ayer alguien me decía en un almuerzo institucional: Mañana va a ser un día difícil para usted, senadora. Y si, es un  día difícil para mi, pero no tal vez  por los motivos que imaginaba mi interlocutor. Es difícil por otras causas.

De esta ciudad, hace casi 29 años, para ser más precisos, el 27 de julio 1976, ese hombre que está sentado ahí y yo nos íbamos de esta ciudad , que como recién decían, me vio nacer, estudiar y vivir. Hacía apenas 20 días que había dado su última materia como abogado y se había recibido., pero no podíamos espera el título, ni siquiera llevar los pocos muebles que teníamos.

El país del silencio y del exilio interno y externo se había instalado entre los argentinos. Casi como en una alegoría, el país se batía en retirada. Y nosotros abandonábamos esta, mi ciudad. Recién decía Alberto Ballestrini, recordando aquel 55, que en ese momento más del 50 % del Producto Bruto Interno se distribuía en la masa de asalariados, todos que los que viven  de un sueldo, el pueblo. Muy parecido a ese otro escenario, el 24 de marzo, cuando también, casi el fifty fifty, la mitad y mitad que impulsó siempre el Peronismo se distribuía también en nuestro país. Y vino el país del silencio y del exilio, a otros les fue mucho peor todavía ni siquiera pueden ver esta nueva Argentina.

Luego, cuando ese país del silencio explotó en Malvinas, vino el otro país, el de la democracia. Hubo intentos de cambiar y hacer las cosas diferentes pero creo que algunos abandonaron las convicciones… no se si por temor, por miedo, no se. Pero se instaló en el país, en nuestra democracia, una suerte de democracia de receta, como yo la llamo.

La receta consistía en cuatro cuestiones fundamentales.

Pacto de impunidad: siempre en nombre de la estabilidad institucional, de la gobernabilidad, de la continuidad, de lo que fuera. Pero se instaló, casi como un ejercicio cultural de los argentinos, pactar con la impunidad, creyendo que se esa manera, tal vez algunos legítimamente lo creían, ¿por qué no?, se defendía la democracia.

La segunda cuestión fue entonces la económica. La economía la gobernaban finalmente los que saben, eso es lo que decían. Los que sabían eran los que más tenían , y sus representantes, algunos ilustres economistas. No se podía discutir con los organismos multilaterales de crédito, no se podía apartar de la receta que nos dictaban de afuera, no había posibilidad de sobrevida si no se hacía lo que se decía. Y entonces, una clase política resignó en otros el manejo de la economía. Pero faltaba lo peor, la tercera y cuarta terapia de la receta.

La tercera era comenzar a desvincular la pobreza creciente de los argentinos de la economía, y entonces, cada gobierno y cada partido imaginaba políticas sociales. Y se empezaban a pedir cuentas  que la gente vivía mal o que le faltaba algo porque no eran correctas las políticas sociales. Todos imaginaron una distinta, desde una caja de alimentos, desde guardapolvos, bonos solidarios. En fin, a eso quedamos resignados desde la política, únicamente a discutir como asistíamos mejor a la sociedad, a los que se iban cayendo de a poco de este proyecto económico devastador, desindustrializador, que dejaba a medio país por debajo de las líneas de pobreza e indigencia. Nos convencieron que la pobreza era más una responsabilidad de los que no sabían llevar adelante políticas sociales que los que manejaban las economía. Trampa mortal para la economía y también para el destino de los argentinos.

Y lo otro era la terapia cantada, la política como actividad profesional, no ya más de militancia y de compromiso, de convicciones y de ideas, de proyecto, discusión y debate, pero también de ejecución y de realización. Casi profesionales de la política, que en todo caso, discutían como repartir mejor algo, o quien había repartido mal lo otro. Se sucedían los partidos y este era el país de la receta.

Y pasó lo que pasó , cuando uno en lugar de ir a buscar la receta al médico la va a recetar el propio virus. Jauretche, que era  recordado por Alberto, lo decía más campechanamente. Era ir al almacén a ir a comprar con el manual del almacenero. Eso fue lo que pasó. Y tuvimos como resultado un país enfermo, un país que en un momento estuvo solamente superando a Nigeria en su nivel de riesgo de inversión…  9000, 10 mil, no me acuerdo los puntos. Nos atormentaban a diario con el Riesgo País. Llegamos a deber más de una vez y media nuestro Producto Bruto Interno, 150 mil millones de dólares. millones de argentinos en la pobreza, políticas sociales que no organizaban a la sociedad, simplemente eran paliativo. Que además terminaban convirtiendo al asistido casi en un dependiente del político de turno, del partido de turno, en una suerte de relación perversa, que contaminaba la sociedad y a la política.

Creciente violencia social, que afectaba la estabilidad social. El anterior gobierno tuvo que adelantar las elecciones por el asesinato de dos piqueteros en el Puente Pueyrredón. Algunos parece que se olvidan, pero ese es el país que teníamos. Descreimiento absoluto de la sociedad de sus instituciones, no creían en nada ni en nadie. Difícilmente cualquier país pueda sobrevivir a tamaña situación, a tamaña enfermedad.

El Presidente de aquella Corte de Justicia , me acuerdo, anunciaba a los argentinos por televisión que podían llegar  a sacar un fallo, si querían, amenazaban, no al Poder Ejecutivo, como algunos dijeron, a los argentinos, sacar un fallo para que volara en pedazos lo poco que quedaba de la economía de los argentinos.

Ese era el país que usted recibió ,  Presidente, ese 25 de mayo de 2003. Y ojo, no estoy enumerándolo para autoflagelarnos. No me gusta la victimización, no soy de los que dicen: Sufro con el poder, me quiero ir a mi casa. El día que decida irme a casa porque haya resuelto que la política no es más mi vocación, tengan por seguro que no vuelvo más. No soy de las que anuncian retiro, para luego, una y otra vez, poner piedras en el camino. Todos y cada uno de los que luchamos por obtener representación popular, porque de eso se trata la política, lucha, disputa y debate para obtener representación popular. Cada uno de los que estamos aquí tenemos vocación de serlo. No aguanto más el cinismo, la hipocresía, y hablar de que se sufre estando en el gobierno. No es obligación estar en el gobierno. No es obligación  ser diputado, ni senador, ni diputado , no Presidente. Todos y cada uno de los que están o quieren estar es porque quieren hacerlo. Hay que hablar con sinceridad. Digo entonces, que no es para autoflagelarnos, simplemente para pasar revista a ese país que a usted le tocó junto a un grupo de hombres y mujeres , que lo acompañaron, lo acompañan y lo seguirán acompañando para administrar y gestionar.

Y hoy , este país, al que es cierto que le falta mucho, porque además sepan que nunca se van a acabar las demandas. Porque cuando se va elevando el nivel de gestión se va elevando de resultados. Y al mismo tiempo, vuelve la demanda. Porque esta es la ley de la vida, la ley de la política y la ley de la evolución social. No hay que asustarse por la demanda y por la conflictividad, es parte del ejercicio de la institucionalidad, de la democracia, de la república. Volvemos  a ser un país en serio, porque discutimos ingresos, volvemos a ser un país en serio y normal.

Al mismo tiempo, creo que lo que también  mencionaba el compañero Ballestrini tiene que ver, nos decían que nada podía discutirse con el Fondo Monetario Internacional, que iba a ser imposible lograr con nuestros acreedores públicos externos, particulares, una negociación en los términos en que se había plantado este Presidente. Siempre lo tratan de caprichoso, como si defender los intereses de los Argentinos fuera una cuestión personal,  y no de convicción y responsabilidad. Le pedían prudencia. Y yo digo que muchos de los que piden prudencia en realidad esconden cobardía, o temor o intereses. Yo quiero hablar de responsabilidad. A mi la palabra que me gusta es responsabilidad, hacerse cargo de las cosas, de la gestión, del país.

Y hoy, a cinco años de que Argentina cumpla 200 años, por primera vez en la historia de una renegociación en materia de deuda externa, terminamos debiendo menos que antes. 67 mil Ballestrini, no 6000, 67 mil millones de dólares menos. Hoy tenemos además 5 millones menos de pobres e indigentes. Se que falta un montonazo en esto. Pero hemos empezado a mover esa movilidad, valga la redundancia, social, ascendente, que había caracterizado a ese peronismo que nos hablaba Ballestrini, de ese mejorar la calidad de vida de la gente como un ejercicio de responsabilidad política.

También tenemos, y me siento orgullosa, una Corte que no está integrada por amigos del Presidente, sino por hombres y mujeres del derecho. Derecho que no es una religión, que no se maneja con dogmas, que se maneja por principios. Un gran orgullo como Argentina, como republicana, como demócrata. Creo además que estamos comprendiendo los argentinos que las políticas sociales pueden ayudar, pero que debe ser algo más que asistencia para la gente. Porque si sólo son de asistencia es como si se creara una relación de dependencia, siempre van a depende de alguien. Acá vamos a hablar de organización social.

Yo empecé a militar en un barrio en el cual era muy importante organizar a la sociedad, y este proyecto, que hoy estamos defendiendo, y que encabeza usted,  Presidente, tiene que ver con el gran articulador social, con el gran organizador social, el trabajo, el trabajo, que es lo que dignifica a una sociedad, que es lo que organiza a una sociedad, que es lo que vuelve a vincular a la familia , que es lo que vuelve a recrear los lazos de solidaridad social. 2 millones 500 mil nuevos puestos de trabajo en Argentina, tienen que ver con esa movilidad social ascendente de la que yo hablaba hoy. De estas cosas, señor Presidente, amigos y amigas argentinos, son de las que tenemos que hablar.

Pero si alguien me preguntara a mi, cual es el logro más importante, que es lo que siento más importante que hemos logrado en esto dos años, que parecen muchos más, es haber reconstruido la confianza en las instituciones. Porque había una convicción en la sociedad. Que las decisiones no se tomaban en la Casa Rosada que, desde centro externos de poder, desde centros económicos locales , o de cualquier otro lado, era de donde se imponían las decisiones. Hoy las decisiones que le corresponden al Poder Ejecutivo se toman allí, en la Casa Rosada. Tenemos un Presidente que algunos … ¿se acuerda, Presidente?… le decían Chirolita en la campaña…  Algunos decían que iba a ser un Presidente débil. Hoy , cuando usted dice que la gente expresa su ratificación  a través del voto lo tratan de hegemónico. Me tocó ir a algún programa en la campaña a decir que Néstor Kirchner no iba a ser títere de nadie, por más que alguno lo intentara después. Hoy, por allí, ese mismo periodista lo acusa de hegemónico, porque queremos que expresen su ratificación en el voto. Y yo digo: ¿Un periodistas no quiere que lo escuchen? ¿Un escritor no quiere que le compren sus libros? ¿Un vendedor no quiere que compren su mercadería? ¿Entonces que quiere un Presidente democrático? Que lo voten, porque es la expresión genuina de la representación popular y del voto. ¿Qué nos pasa? ¿Qué les pasa a algunos que ni siquiera tienen la capacidad de razonar democráticamente?

Y quiero también, señor Presidente, amigos, esta noche, decirles que lo que también una escucha por crítica, que la vocación de hegemonía, que su autoritarismo… y con receta nos quieren convencer de que eso es un libreto Peronista. Cuando a alguien se le imponen escollos institucionales para que no gobierne, eso no es libreto Peronista. Eso es guión y dirección de Francis Ford Coppola, y el resultado no es Manual de Conducción Política, sino es El Padrino. Así que no me vengan a mi a decir o plantear cuestiones desde la Doctrina, las ideas o las convicciones, que las he tenido siempre, pero que no necesito recitarlas para convencer a los demás. Estoy muy convencida de lo que soy.

Por eso, Presidente, quiero trasmitirle lo que me pasó el otro día en la misa de los Palotinos, en la iglesia de Belgrano, a la que fui. Un hombre, al que uno de los Palotinos asesinados había casado hace más de 40 años me dijo, con lágrimas, no se dejen intimidar. Y yo  le digo a usted, Presidente, no se deje intimidar. Le quieren torcer el brazo. Pero no se lo quieren torcer porque tenga malos modales o use el saco cruzado abierto,  o  porque no le importe el protocolo.

Le quieren torcer porque quieren volver a apropiarse de la rentabilidad de los argentinos. Porque saben que usted representa los intereses de millones de argentinos. Hasta los que no lo quieren saben que no le pueden torcer el brazo, por eso lo van a atacar más duro todavía. Pero yo se, y más importante que yo, lo sabe la sociedad, la gente, lo intuyen, lo huelen, con esa increíble intuición y sabiduría popular , de los que no leyeron mucho pero entienden todo, ante los que leyeron todo pero entienden cada vez menos. Por eso se trata de algo más. Esto que se discute hoy en Argentina. Se trata de algo más que una provincia. Se trata de Argentina. Se trata de algo más que de un partido político, se trata de la Nación.

No es cuestión de un hombre, o dos o tres, por más voluntariosos y convincentes, se trata de hacerle comprender a algunos que los Argentinos han decidido cumplir la mayoría de edad, que no quieren más tutelaje, que quieren que quien sea Presidente, sea Presidente, que quien es Gobernador, sea Gobernador. Porque está en el ejercicio democrático de ellos la voluntad del cambio. Por eso, con toda la fuerza, la convicción, con la que siempre he defendido  lo que pienso, ese modelo de país por el que tanto luchamos, 29 años, y a usted lo encuentra Presidente de la República, y a mi, junto a millones argentinos  tratando, no de defenderlo a usted, se defiende bastante bien solo, sino defendiéndonos a nosotros mismo porque la sociedad va a votar en defensa propia. Ni siquiera de un hombre o de un partido, en defensa de un país, de este proyecto de país que está comenzando a crecer, a afirmarse. Que quiere, de una vez por todas, reconquistar el tiempo perdido, superar las antinomias y construir un partido en serio.

Yo recuerdo a La Plata, sacudida por las antinomias. Mi propia familia, mi padre radical, mi madre, allá arriba, fanáticamente peronista. No me pongo orgullosa de ser fanáticamente peronista. Yo quiero ser fanáticamente argentina, fanática de mi país. Por eso este proyecto que quiere ser reconstructor de nuestra propia historia, de nuestra tierra, por eso estamos aquí.

Por eso, argentinos, amigos, con toda la fuerza, con toda la convicción, por Argentina. Porque vale la pena, vale la pena construir, volver a participar, vale la pena representar ideas y convicciones. Quiero agradecerles a cada uno de ustedes por la presencia de ustedes esta noche. Y además de felicitar a los organizadores, no se olviden que yo no soy Cristina Kirchner, soy Cristina Fernández de Kirchner, que no se le olvide a nadie, o simplemente Cristina, pero corríjanlo, por favor, para la próxima vez. Muchas gracias.

Fuerza , Argentinos, fuerza Bonaerenses, que juntos vamos a poder, cada vez que los argentinos nos unimos, cada vez que sobre las banderías políticas nos unimos, codo con codo, mano con mano, hacemos fuerza y lo logramos , ahí está la historia para demostrarlo. No le fallemos a la historia, a las futuras generaciones, es nuestra oportunidad histórica, a apenas de cinco años de los 200 años. Muchas gracias, con el corazón, hoy es un día muy fuerte para mi, muchas gracias…

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