julio 6, 2006
Néstor Kirchner en la Asamblea Nacional de Venezuela, 2006
Soplan fuertes vientos de cambio en América latina. Y en este verdadero final de época, nos encuentra a venezolanos y argentinos fuertemente unidos una vez más.

 

Palabras del Presidente de la Nación Néstor Kirchner en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, 6 de julio de 2006.

Señor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, querido amigo Hugo Chávez; señor Presidente de la República de Bolivia, querido amigo Evo Morales; señores presidentes y vicepresidentes de la Cámara Legislativa del Congreso de la República Bolivariana de Venezuela; señores legisladores del MERCOSUR; autoridades, amigos y amigas: agradezco profundamente al señor presidente don Nicolás Maduro Moro, el honor con el que me ha distinguido al invitarme a ser el orador de orden de esta sesión especial de la Honorable Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela para conmemorar el 195º aniversario de la independencia.

Quiero aprovechar tan grata ocasión para transmitirles, en nombre del pueblo y Gobierno argentinos, un saludo fraterno y el testimonio de los resultados de una relación bilateral que se fortalece día a día y que nos llena de orgullo por su impacto concreto en el bienestar de nuestros compatriotas.

Nuestros libertadores, San Martín y Bolívar, tenían un objetivo común, el cual era asegurar el éxito de la emancipación de nuestra Patria grande. “Divididos seremos esclavos; unidos, estoy seguro, que los batiremos”, sostenía San Martín. “Una deber ser la Patria de todos los americanos”, dijo Simón Bolívar. Allí nacieron nuestras coincidencias. (APLAUSOS)
Pero además de las coincidencias históricas y culturales que siempre han acercado a Venezuela y a Argentina, compartimos hoy, en el concierto latinoamericano, la convicción de que nuestra región no puede seguir caracterizándose como un conjunto de países potencialmente ricos con pueblos pobres.

Las recetas aplicadas en la última década, dieron como resultado que en el período 1990-2003 la tasa de crecimiento de América latina fue apenas del 2,6 por ciento, menos de la mitad que la del período 1950-1980.

Este crecimiento lento e inestable, se tradujo en mercados laborales débiles, con un marcado aumento de la informalidad, crecientes brechas de los ingresos entre los trabajadores calificados y no calificados y tasas de pobreza superiores a la década del ’80. Pero al mismo tiempo, América latina se ha transformado en el área que alberga los mayores niveles de desigualdad en el mundo incumpliéndose en su territorio derechos sociales básicos.

Por eso, nuestra meta es erradicar la pobreza, lograr un crecimiento económico sostenido y promover un desarrollo sustentable al tiempo que debemos avanzar hacia sistemas económicos nacionales y mundiales basados en los principios de justicia, equidad, democracia, respecto por los derechos humanos, participación, responsabilidad, transparencia e inclusión social.

Tenemos así una visión integral e inclusiva del desarrollo, un desarrollo que comprende el Estado de derecho, el cuidado del ambiente, la educación, la salud, la producción y el trabajo decente. Así lo hemos entendido y, en ese sentido, Argentina y Venezuela, Venezuela y Argentina guían su relación bilateral y su integración regional.

En todo este tiempo que he tenido la responsabilidad de gobernar, no puedo dejar de reconocer en cada oportunidad en la que me encuentro con un venezolano, la solidaridad emotiva y concreta que la Argentina recibió en el momento peor que le tocaba atravesar en una de sus mayores crisis institucionales, sociales y económicas, siempre la mano solidaria del Gobierno y del pueblo venezolanos.

La generosidad y la confianza del Gobierno venezolano, demostrada en la compra de bonos argentinos, nos ayudó para poder subir algunos escalones del infierno en el cual todavía estamos.

En este sentido, en la cooperación ha guiado los proyectos técnicos bilaterales en materia de salud, desarrollo social, agricultura, deportes y ciencia, tecnología, que estamos encarando así en forma conjunta como acciones conjuntas respecto a hermanos terceros países.
Quiero destacar que la Argentina y Venezuela realizan intercambios esencialmente productivos generadores de empleo y valor agregado. Nuestra petrolera…Nuestro país colabora con la colosal industria de la petrolera venezolana. Y dije “nuestra petrolera venezolana” porque es la petrolera latinoamericana que ha sido absolutamente solidaria con el pueblo argentino en momentos muy difíciles cuando empezábamos la gestión y la petrolera venezolana, PDVSA, la petrolera del pueblo venezolano hoy, nos ayudó y nos ayuda permanentemente a seguir superando con mucha fuerza todos los problemas que podamos tener en materia energética que han permitido consolidar el crecimiento argentino.

Por eso, hermanos y hermanas legisladores venezolanos, quiero agradecer profundamente este gesto de ustedes y del querido pueblo venezolano y, por supuesto, de mi querido amigo el señor Presidente.

Al mismo tiempo que recibimos dicha colaboración, tratamos de proveer de maquinarias agrícolas, de elementos técnicos y de investigación para que el proceso venezolano de reconversión económica pueda seguir avanzando para consolidar la construcción que está llevando adelante el señor Presidente de Venezuela que es un país con independencia económica, con autodeterminación y con posibilidades de consolidar la producción y realmente está haciendo un excelente trabajo en el cual la Argentina va a seguir colaborando y trabajando permanentemente en todo aquello que sea necesario.
Ascensores, tecnología nuclear para usos médicos, servicios centrales para eléctricas y grúas, así, en múltiples caminos que llevan a consolidar el intercambio productivo, estamos dando y generando un verdadero ejemplo para la construcción de la Patria grande que soñaron San Martín y Bolívar.

Cada visita del presidente Chávez a mi país y las mías a esta querida Venezuela, implican avances concretos en nuestra integración productiva que, lejos de las declaraciones grandilocuentes, resuelven aspectos esenciales para nuestro desarrollo.

Este valioso intercambio bilateral, la mutua amistad que nos caracteriza se potencia al desenvolvimiento en el marco de la integración latinoamericana. El proyecto de integración energética, que busca abastecer a la región en su camino de industrialización, tiene en Venezuela uno de sus puntales. Éste y otros proyectos igualmente estratégicos, como los relativos a la infraestructura vial, recogen el viejo apotegma de resolver con recursos propios las necesidades propias y esto es válido en todos los campos.

Esta vocación integracionista de nuestros países, se ve plasmada con fuerza en la incorporación en el día de ayer, como miembro pleno del MERCOSUR, de la República Bolivariana de Venezuela. Sueño compartido con los presidentes del MERCOSUR, con el presidente Lula y con el presidente Chávez, de lograr esta incorporación que ayer se logró y que nosotros consideramos que es un verdadero punto de inflexión y que genera una consolidación de la región que nos permite visualizar que cada vez es más cierto que la Patria grande y la integración latinoamericana es absolutamente posible.

Para nosotros resulta un honor que esta circunstancia se produzca bajo la presidencia pro tempore que me toca ejercer en el MERCOSUR en forma transitoria y coyuntural. Pero les quiero decir, hermanas y hermanos venezolanos, que va a ser algo que llevaré grabado en la historia de mi vida que durante mi gestión como presidente pro tempore del MERCOSUR, pudimos lograr la integración de Venezuela al mismo. Creo que son pasos trascendentes y yo siempre digo que de la tarea de la función pública, uno lo que se lleva son este tipo de resultados que son los más importantes porque van marcando la historia.

La significación y potencia que adquiere el MERCOSUR, sumando Venezuela, Brasil, Paraguay, Uruguay y la Argentina, constituyen, sin duda alguna, una importante contribución al proceso de integración regional, otorgándole los mismos derechos y obligaciones que tienen hoy los Estados partes firmantes del Tratado de Asunción.
La adhesión a dicho documento fundacional, no solo la transformará en un motor esencial del proceso económico, sino que, al adherir a los protocolos que forman parte del Tratado de Asunción, se incorpora plenamente al proceso político del mismo.

Es que el MERCOSUR es mucho más que un magnífico bloque económico, que busca perfeccionar la libre circulación de bienes, atenuar las asimetrías y promover la convergencia estructural, es también un instrumento político y social en que democracia, paz y derechos humanos, son principios básicos y realidades concretas a sostener por los países miembros.

El Protocolo de Ushuaia, sobre compromiso democrático, conocido como Cláusula Democrática del MERCOSUR, se constituye en un instrumento preventivo y punitorio ante eventuales rupturas del orden democrático.

La Declaración de Ushuaia, que fija al bloque como zona de paz, nos compromete a evitar carreras armamentistas u opciones violentas de resolución de conflictos, así como apoyar en los foros multilaterales, en los que participamos, el respeto por los acuerdos internacionales orientados a promover el uso pacífico de la energía nuclear y la no proliferación en todos sus aspectos.

Por otra parte, el reciente Protocolo de Asunción sobre compromiso con la promoción y protección de los derechos humanos del MERCOSUR, con un mecanismo equivalente al de la cláusula democrática, avanza en un aspecto fundamental y emblemático para los país que, como el nuestro, han sufrido la terrible experiencia del terrorismo de Estado.
Como ustedes saben, para la Argentina, democracia y derechos humanos constituyen las dos caras de una misma moneda, por lo que mi país promueve en forma vehemente su vigencia y respeto de acuerdo al Derecho Internacional y a través de los organismos multilaterales.

No quiero olvidar en este breve mensaje, al reiterarle el agradecimiento de todos los argentinos, el permanente apoyo de Venezuela a nuestro reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas. Muchas gracias, gestos como estos nos hermanan aún más y nos motivan a redoblar nuestros esfuerzos de construir una América latina más libre y soberana.

La proximidad de los bicentenarios de nuestras independencias, es el marco ideal para lograr esa libertad y soberanía, retaceadas por décadas y que nuestros próceres soñaron. Hoy podemos demostrar nuestra lealtad a esos ideales haciéndolos realidad sobre la base de la integración y solidaridad de nuestros pueblos.

Soplan fuertes vientos de cambio en América latina. Y en este verdadero final de época, nos encuentra a venezolanos y argentinos fuertemente unidos una vez más. 

La consolidación de la democracia, que debemos cuidar y defender, ha hecho surgir nuevos liderazgos, ha establecido nuevas agendas y se han obtenido en distintos países resultados esperanzadores para nuestros pueblos, como el que vivimos recientemente del amigo y compañero presidente de Bolivia, Evo Morales.

Los que quieren frenar la historia comprometiendo los procesos en curso que les hacen perder beneficios y privilegios, acuden a anacrónicos y desgastados conceptos para tratar de echar sombra sobre luz, intentan clasificar en categorías divisorias a nuestros países y a los dirigentes de distintas latitudes, entre supuestamente gobiernos que ejercen el populismo y quienes no. Desde el Parlamento de Caracas, desde el Parlamento de la República Bolivariana de Venezuela al mundo entero: nuestros gobiernos no hacen ejercicio ni de la demagogia ni del populismo, queremos ser gobiernos que sí representemos los intereses nacionales y populares que reivindiquen definitivamente la dignidad de nuestros pueblos.

Es un momento de mucha fortaleza histórica, de un alto nivel de conciencia. Yo lo decía y fui acompañado por el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, en estos conceptos de que hay que terminar con la capiti diminutio que se quiere construir sobre los procesos que se están construyendo en América latina, que nosotros tenemos varias obligaciones con nuestros pueblos, pero a quienes nos toca gobernar en este tiempo de la historia, no solo pasa por llegar al gobierno con ideas nacionales, populares y progresistas, sino que tenemos que tener el coraje y la valentía de ejercer y tomar las decisiones nacionales y progresistas ejerciendo el gobierno, cumpliendo con la palabra empeñada con nuestros pueblos, que es una tarea esencial para consolidar la credibilidad.

También que entiendan, definitivamente, que defender los intereses nacionales, que ejercer la lucha definitiva contra la exclusión social, contra la pobreza que azota a nuestros pueblos, contra la indigencia y el desempleo, que la defensa de la riqueza nacional bajo ningún aspecto puede ser calificada o definida con un tinte de populismo, sino fundamentalmente, queridos hermanos del mundo, cuando analizan estos procesos, vean en ellos el renacer de la honestidad, de la lucha contra la corrupción, de la defensa de los intereses nacionales, de la defensa de los pobres, la defensa de los empresarios nacionales, la defensa del trabajo, la defensa de la dignidad, la defensa de la identidad, la defensa del concepto de nuestra región que definitivamente tiente que tomar el lugar y el rol que le corresponde.

Nosotros estamos, con mucho esfuerzo junto a nuestros pueblos, tratando de generar los ámbitos y queremos que vengan todos los capitales del mundo a trabajar a nuestros países, que vengan a trabajar y a producir en nuestros países, pero que vengan a compartir la rentabilidad con nuestros pueblos, que vengan a asociarse a nuestros destinos, que esto es lo central y esencial que debe ser llevado adelante.

Vivimos una etapa donde yo creo que estamos ante un punto de inflexión, queridos hermanos. El paso que se dio ayer de la incorporación de Venezuela al MERCOSUR es mucho más que una decisión de la construcción de un bloque económico, es la decisión de la región de entrar a fortalecer y construir el espacio de los países de América del Sur, de tener una voz ante el mundo que resuene fuerte y unida, que podamos hablar con todos los bloques del mundo, Asia, África, Medio Oriente, la Comunidad Económica Europea, como bloque, como región, defendiendo los intereses de nuestros pueblos en forma mancomunada y solidaria.

Creo que el Acta de la Independencia que leía la señora Diputada marca con claridad absoluta y visionaria de quines hace 195 años tuvieron el coraje de declarar la independencia de Venezuela.

Nos acercamos al bicentenario y nosotros no podemos esperar 200 años más para construir países con equidad, con justicia; necesitamos empezar a consolidarlos ya, son muchos hermanos y hermanas que sufren en Latinoamérica y tenemos, como gobiernos, que buscar con todas nuestras fuerzas los resultados que nuestros pueblos están esperando.

Yo les quiero decir que hoy me emocioné en la recordación del aniversario en el desfile que se llevaba adelante en el acto central del recordatorio del Día Independencia, cuando vi miles y miles de rostros, de manos que se alzaban de hermanos latinoamericanos, venezolanos, compartiendo el desfile, compartiendo la esperanza de construir un nuevo país, de construir un nuevo orden de justicia al que aspiran ustedes y su Presidente, un pueblo absolutamente esperanzado como el resto de los pueblos de América, esperando que nosotros estemos a la altura de la historia y de las circunstancias. Por eso siempre le pido a Dios que nos de la fuerza de ser leales a nuestras convicciones. Cuando se llega adonde llegamos nosotros, no hay lugar para el empate, queridos amigos, es el camino del triunfo de nuestros pueblos lo que puede generar la trascendencia. 

Por eso, para terminar, en el Día de la Independencia de la República Bolivariana de Venezuela, le quiero decir a los pueblos de mundo que acá, en Venezuela, he podido compartir, no solo esta vez sino en todas las que he venido, una democracia plena, que lucha por la justicia, abierta, que lucha por la igualdad, que se integra al resto de los pueblos de Latinoamérica para consolidar la solidaridad y la búsqueda de los destinos que nuestros pueblos merecen y también quiero decir que este 5 de julio de 2006 sé que es trascendente para ustedes, hermanas y hermanos venezolanos, sigan firmes, consoliden sus convicciones, consoliden a Venezuela, hay pueblo, que yo lo pude ver hoy, que sueña y está esperanzado como los pueblos de América, como el pueblo de Bolivia, como el pueblo de Uruguay, como el pueblo de Chile, como el pueblo de Paraguay, como el pueblo de Brasil y el resto de los pueblos americanos, que de una vez por todas quieren que nosotros estemos por lo menos mirando con la fuerza que corresponde el legado de nuestros próceres.
Muchísimas gracias y a vuestras órdenes.

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